Pudo más la presión que ejercieron los empresarios que el deber de la misma autoridad ministerial para detener a una banda de rufianes que mantenían en estado de zozobra a los comerciantes joyeros con los asaltos violentos que perpetraban.
Los delincuentes cometían los robos en el interior de conocidos y lujosos centros comerciales, donde amagaban a las empleadas para saquear las vitrinas con las joyas de oro y efectivo.
Sin embargo, los tres ya no volverán a cometer más fechorías, tras que la Policía Estatal Investigadora, logró dar con ellos, aunque bien se sabe que existen más lacras sociales en las calles cometiendo toda clase de delitos con total impunidad y complacencia de las autoridades.